La industria automotriz vive un momento sin precedentes. La llegada masiva de vehículos eléctricos está impulsando una remodelación radical del sector, con más de 20 millones de vehículos eléctricos vendidos en 2025 y cifras históricas que redefinen el concepto de movilidad global.
En esta crónica exhaustiva, exploraremos no solo los datos y cifras, sino también los factores económicos, normativos y tecnológicos que aceleran esta tendencia. Asimismo, analizaremos los retos y las oportunidades que se abren de cara a 2030.
En el primer trimestre de 2025, las ventas de vehículos eléctricos (VE) crecieron un 35% interanual, consolidándose como uno de los nichos de mercado de más rápido desarrollo. En 2024 se superaron las 17 millones de unidades vendidas, y para este año se estima que se alcancen cifras superiores a los 20 millones, lo que equivale a más del 25% del mercado automotriz global.
De mantenerse esta tendencia y con las políticas vigentes, la cuota de mercado de los VE podría rebasar un 40% a nivel global para 2030. En términos sencillos, seis de cada diez coches nuevos podrían ser eléctricos dentro de una década.
Varios motores convergen para acelerar la adopción de vehículos eléctricos. Entre ellos destacan:
Estos factores trabajan de forma sinérgica, generando un efecto dominó que impulsa tanto la demanda como la oferta. La reducción continua del costo por kilovatio-hora en baterías ha sido clave para que los precios de los VE sean cada vez más competitivos.
La transformación no es homogénea. China sigue siendo indiscutible líder: se prevé que represente más del 60% de las ventas globales en 2025, con 12,9 millones de unidades, un crecimiento del 17% respecto al año anterior.
Por su parte, Estados Unidos espera entre 1,7 y 2,1 millones de VE vendidos (+16%), mientras que Europa alcanzará unos 3,5 millones (+15%). En España, abril de 2025 marcó un récord con 7.052 matriculaciones, equivalente al 7% de la cuota nacional y un aumento del 75% interanual.
Este panorama demuestra que los mercados emergentes están reduciendo la brecha con los tradicionales, gracias a incentivos estatales y al asentamiento de redes de recarga públicas y privadas.
La conciencia ambiental influye cada vez más en la decisión de compra. Para muchos usuarios, adquirir un VE se ha convertido en una forma tangible de reducir la huella de carbono. Además, la menor coste de operación y mantenimiento se ha consolidado como un argumento de peso.
Según estudios recientes, el costo total de propiedad (TCO) de un eléctrico ya es inferior al de un vehículo de combustión en numerosos mercados, incluso sin considerar subsidios. Esto sitúa a los VE en posición ventajosa en un contexto en que la economía doméstica y empresarial busca optimizar gastos.
Pese al optimismo, existen desafíos que podrían frenar este acelerón. Las tensiones comerciales entre potencias, como los aranceles de la Unión Europea a autos eléctricos chinos y la rivalidad económico-tecnológica entre Estados Unidos y China, pueden generar incertidumbre en las cadenas de suministro.
También preocupa el acceso a materias primas críticas (litio, cobalto y níquel), así como la necesidad de una infraestructura de carga uniforme y accesible en zonas rurales y países en desarrollo. La cooperación público-privada y la diversificación de proveedores resultan fundamentales para afrontar estos escollos.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) considera que el periodo 2025-2035 será la mayor transformación del automóvil en 100 años, con el eléctrico como protagonista. Para 2030, se espera una penetración global superior al 40%, y modelos de negocio innovadores, como suscripciones y baterías como servicio, podrían consolidarse.
Además, la electrificación del transporte público y de flotas comerciales reforzará la adopción masiva, multiplicando los beneficios ambientales y económicos. La convergencia de innovaciones en baterías, materiales y automatización promete un futuro de movilidad más eficiente, seguro y sostenible.
En conclusión, el mercado automotriz está ante su gran revolución: la era del vehículo eléctrico. Las cifras récord, la diversificación regional y la sinergia entre políticas, tecnología y conciencia social configuran un escenario de cambio profundo. El reto es mayúsculo, pero la oportunidad de redefinir nuestra forma de movernos y de cuidar el planeta es aún mayor.
Referencias